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Maryan Núñez nació en Zaragoza en 1986. Tras estudiar en el IES Valle de Jiloca de Calamocha y cursar el bachillerato de Artes en la Escuela de Arte de Teruel, se licenció en Bellas Artes en la Universidad de Cuenca y estuvo becada en la facultad de Bellas Artes de Torino (Italia) y en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México).
Es muralista, ilustradora, pintora y realiza obras de joyería de autor. Vive entre Calamocha, donde tiene un taller-galería que ha reconstruido con su compañero, Lalo Barragán, y México.
Su nombre artístico es Ritamarindo y su especialidad la pintura surrealista y onírica. El colorismo y las texturas caracterizan su producción artística, en la que, además de la naturaleza, la mujer es el núcleo principal y se manifiesta en todos sus ámbitos. Su obra está influenciada por los viajes y experiencias de su vida y en ella se fusionan diferentes culturas ancestrales. México es una de las principales inspiraciones, no solo por el colorismo y la cultura que emana de sus raíces, sino también por las luchas que llevan a cabo sus pueblos.
El arte es su forma de vida y una vía más de comunicación; una caricia para llegar más lejos, como ella dice. Ritamarindo ha participado en numerosos talleres y cursos de escenografía, pintura experimental, serigrafía, arteterapia y teatro. También tiene el título de maestra de yoga multiestilo. Uno de sus últimos proyectos es Lunas veladas. Un precioso poemario ilustrado que recoge vivencias y reflexiones sobre el cáncer de mama y que ha realizado junto a la escritora Asun Perruca, también residente en Calamocha.
Las obras de Ritamarindo se exponen en su taller calamochino, que también alberga el proyecto de joyería de autor que ha lanzado con su compañero Lalo: Creaciones Nómadas. Todas sus piezas están realizadas a mano, en un proceso íntimo y personal y utilizando métodos de fabricación ancestrales: la fundición en cera perdida o en jibia, grabado y calado, repujado, cincelado, forjado, texturizado y patinado. Todas ellas realizadas con materiales de óptima calidad, como la plata y las piedras semipreciosas, que a menudo encuentran en sus viajes a México. Su trabajo se diferencia de la producción masiva y la minuciosidad del mismo hace que las piezas que crean tengan alma propia.