Marta Rebato nació en Bilbao pero con siete años se trasladó con su familia a Barcelona. Desde 2018 reside en Belchite, un pueblo de 1.600 habitantes de la comarca Campo de Belchite (Zaragoza). Descubrió esta localidad por casualidad. Recorriéndola, encontró una casa de 1898 justo enfrente del pueblo viejo y decidió instalarse allí. Montó un taller y una pequeña tienda donde exponer obra y vender artesanías y recuerdos a los turistas que acuden hasta allí para contemplar las ruinas de lo que fue Belchite antes de los bombardeos de la Guerra Civil. Ese espacio se llama la Casa Encantada y más que un lugar de ventas es un espacio creativo donde se gestan diferentes proyectos.

Pinta, esculpe, imparte talleres de pictoterapia, hace performances y de vez en cuando actúa. Ejemplo de ello es el cortometraje “El Regreso”, un trabajo que explora la problemática de la despoblación y el envejecimiento de las zonas rurales y con el que participó en el certamen Belchite de Película.

Inició su andadura artística de forma autodidacta; investigando, observando la forma, la luz y el color. Siempre con un cuaderno de dibujo y lápices en la mano, cartulinas, pegamento, botones, telas, barro o cualquier material transformable. Hizo su primera exposición a los quince años en una pequeña librería del barrio barcelonés de Sant Gervasi, a ésta le siguieron muchas otras.

Estudió Interiorismo y Técnicas Murales en Artes y Oficios en Barcelona y en 1999 se trasladó a Madrid para formar parte de la iniciativa Pueblo Artesano, estableciendo su taller en la capital. Desde entonces ha compaginado la artesanía, la pintura y la escultura. trabajando en múltiples series que han formado parte de diversos circuitos expositivos de ámbito nacional e internacional, como “Rocambole”, “Cuentos y Quimeras”, “Primigenia” y “Onírica”. La Santana Art Gallery de Madrid o Shapira & Ventura Gallery en Manhattan son algunos de los espacios que han reunido sus obras.

Considera que las artistas plásticas, las pintoras y escultoras, son las grandes olvidadas de la cultura y que la esfera artística sigue siendo de dominio masculino, aunque poco a poco esta situación vaya cambiando. Sí se siente condicionada como mujer y creadora. El cuidado de la familia, dice, se antepone a una profesión no considerada como tal porque no aporta beneficios económicos y si te impones, eres una mala madre, esposa o hija.

Marta forma parte de la Asociación Cultural el Allondero y considera que el entorno rural es el mejor escenario posible para crear: tranquilo e inspirador. Se siente respaldada y apoyada por la gente del entorno, pero no así por las instituciones.