Paloma Lasheras nació en Zaragoza y vive en Tarazona, en la comarca de Tarazona y el Moncayo, desde 2016. Un precioso pueblo de 11.000 habitantes al que se trasladó por amor. La historia de esta localidad se respira en cada una de sus calles, monumentos y palacios.

Paloma es diplomada en Diseño de Interiores por la Escuela Superior de Diseño de Zaragoza y se dedica a la transformación, restauración y recuperación de muebles por encargo; les da una segunda vida. También confecciona fundas de cojín, posavasos de madera, mesas, cuadros y artículos artesanales varios. Trabaja como asesora decorativa, y en menor medida como diseñadora de interiores porque este es un sector que está muy explotado en la zona. Además, imparte cursos de restauración para adultos y realiza actividades de manualidades y de concepto artístico para niños.

Paloma se inició en la restauración más como un pasatiempo que como otra cosa. Empezó restaurando algunos muebles que tenía por casa y después hizo lo mismo con los de familiares y amigos. Cuando parecía que ya había transformado todo lo que tenía a su alcance, decidió montar su propio taller en la localidad: P&J Flamingo.

Antes de trasladarse a Tarazona, Paloma trabajaba como diseñadora de interiores en Ikea así que, viniendo de una multinacional, ser su propia jefa le parece una absoluta maravilla. Ha dejado de verse como un número y ha empezado a tener contacto directo con la clientela. Dice que de momento el boca a boca le funciona bien, que así es como consigue la mayoría de encargos; también apoyándose en las redes sociales, aunque no saber si el mes que viene va a tener trabajo le genera cierta inseguridad.

Paloma se siente condicionada por el hecho de ser mujer y creadora en lo rural. Un medio muy duro y cerrado si eres forastera. Cuenta que al principio le costó bastante hacerse un hueco pero ahora se siente una turiasonense más. Es socia de la Asociación de Comerciantes de Tarazona y como emprendedora también ha padecido lo suyo. En primer lugar por la falta de apoyo institucional: solicitó ayudas y no consiguió ninguna; y en segundo lugar porque como diseñadora de interiores le toca lidiar y coordinar a diario diferentes gremios en los que predominan los hombres y, por ser mujer y joven, alguna que otra vez no le toman en serio.

La falta de medios para promocionar y publicitar las actividades que organiza; el tener que desplazarse hasta Zaragoza para conseguir el material o el tener que comprarlo por Internet; y la menor participación de público en sus talleres y actividades son las principales dificultades que ha experimentado hasta la fecha.