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Marta Soto Paciencia es de Magallón, una preciosa villa de la comarca Campo de Borja en la que viven unas 1.200 personas. Magallón es un pueblo de artistas, de músicas/os, joteras/os, escritoras/es y lingüistas, como Lázaro Carreter. Allí todos se conocen, son como una gran familia.
Marta es ilustradora, pintora, escultora y animadora. Desde pequeña observaba a sus padres y a su hermana mayor dibujar (madre decoradora, padre arquitecto y hermana cortometrajista y escritora) e intentaba hacer lo mismo con mayor o menor acierto.
Estudió en la Escuela de Arte de Zaragoza (ciclos formativos de Ilustración, Escultura y Animación) y al terminar siguió estudiando por su cuenta. Como bien dice, nunca se deja de aprender.
No se siente condicionada como mujer y creadora en el medio rural. Al pueblo solo le ve ventajas: hay menos competencia, tiene mucho espacio, puede trabajar sin molestar a los vecinos, todos se conocen y el boca a boca es un gran aliado a la hora de conseguir encargos. Las redes sociales y la web le sirven de portafolio, aunque le falta tiempo para actualizarlas. Acaba de publicar Casi Olvidados, un cuento ilustrado de historias cortas para la editorial Pintacoda y está preparando un cómic junto a su hermana Beatriz Soto.
Para trabajar intercala la casa y el taller. También para mostrar obra, aunque participa regularmente en ferias y exposiciones. Lo malo de las ferias es que no siempre son rentables porque algunas piden dinero por adelantado y a veces se recupera con las ventas y otras no. Además, pese a tener la rutina ya montada, participar en ellas le quita horas de trabajo efectivo. Trabaja más de ocho horas y cuando para realmente no lo hace porque su cabeza sigue maquinando y revisando todo mentalmente.
No suele acumular obra nueva. Lo que le encargan, lo termina y lo entrega. Y no siempre le da tiempo a generar más piezas para las exposiciones, así que tiene que pedir a amigos y conocidos que le presten sus propios trabajos ya vendidos. Al problema del género, se suma la inversión para poder presentar bien cada pieza (marcos para los cuadros e ilustraciones, peanas para las esculturas…) y el traslado del material para que nada se dañe. Cree que el suyo es un oficio poco valorado y sin apenas seguridad económica, pero se siente afortunada trabajando en lo que le llena. Disfruta creando.