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Mar Aguilar nació en Mequinenza, en la comarca del Bajo Cinca, y allí ha vivido toda la vida. Cuando nació, el pueblo viejo ya no existía. Sus habitantes tuvieron que abandonarlo en los años sesenta por la construcción del embalse de Ribarroja. De su pueblo destaca los preciosos paisajes y senderos, el río (paraíso para pescadoras/es) y el castillo. Mequinenza tiene 2.200 habitantes.
Mar trabaja la fotografía, el vídeo y la escultura y suele hacerlo en torno a las instalaciones. Le gusta estar abierta a distintos ámbitos, sin encasillarse. Su nombre artístico es Mar/marsinolas. Vive en Mequinenza pero va y viene a Barcelona por estudios.
El mundo del arte no es fácil, dice. Porque además de implicarte mucho psicológicamente, siempre has de dar explicaciones de por qué estudias algo que aparentemente no tiene futuro. Piensa que está mal visto porque no cumple con los ritmos y estándares de productividad que marca el sistema económico.
A ella, sin embargo, le apasiona en todos los sentidos y se deja la piel en cada cosa que hace. Sí se siente condicionada como mujer y creadora del medio rural. Piensa que ser mujer te condiciona en cualquier esfera y en la artística la discriminación es todavía más notable. Y el hecho de trabajar en el medio rural suma peldaños a la escalera, porque cuesta más conseguir los materiales y gente que se preste a participar en los trabajos y porque no hay espacios donde desarrollarse a nivel técnico. Por eso es tan necesario desde su punto de vista contar con más referentes artísticos en el mundo rural.
Mar muestra sus creaciones en el pueblo, en la facultad, en redes sociales y en plataformas como Vimeo o YouTube porque, como bien dice, hoy en día eres casi invisible si no lo haces. Las utiliza para conseguir gente para los proyectos y trabajos y, sobre todo, para mostrar lo que hace y darse a conocer a pequeña escala.