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Adriana Aguayo es mexicana y vive en Rodellar desde 2018, un pequeño pueblo de 50 habitantes de la comarca del Somontano de Barbastro al que llegó gracias a la escalada. Los barrancos y las vías y desplomes de Rodellar son famosos en todo el mundo.
Adriana es artesana y bajo la marca La Patata Studio elabora cerámica utilitaria y decorativa cocida a fuego lento inspirándose en la parte del mundo que más le gusta. Se instaló en Rodellar con la idea de reinventarse como persona y como profesional, retomando viejos oficios aprendidos, como el trabajo con la arcilla.
Llevaba años "huyendo" de la arquitectura, de la ciudad y el consumo, intentando guiar su vida hacia la fabricación propia, hacia el aprender a trabajar en y con la tierra. Así fue como fue conectando de nuevo con el barro.
Compagina la artesanía con trabajos en hostelería. Reconoce que le ha costado organizarse para ir sacando mercancía de manera más regular, así que de momento vende y recibe encargos a través de Instagram, mientras va sustentándose con otras actividades y proyectos. Ahora tiene varios en mente que giran en torno al turismo rural, la hostelería, el buen comer y el buen vivir. Desde la tierra, dice, para conectarnos de nuevo con nuestros orígenes.
Adriana no se siente condicionada como mujer y creadora del medio rural. Piensa que somos nosotras mismas quienes nos vamos limitando y condicionando y que las oportunidades están ahí, y hay que saber buscarlas, atraparlas y aprovecharlas.



