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Estela Pinilla es de Monzón, de la comarca del Cinca Medio, y allí ha vivido toda la vida. Si le preguntas por qué, responde que por amor. En su pueblo viven 15.000 personas, tiene todos los servicios necesarios y entornos naturales y culturales muy valiosos. Uno de ellos es el Castillo.
Estela es maestra de profesión y compagina sus clases en la escuela con otras: las de danzaterapia. Siempre ha bailado. Y esa pasión por el baile y su interés por la psicología le llevaron en un momento determinado de su vida a experimentar con la danzaterapia. Una disciplina un tanto desconocida que se apoya en la danza y en el movimiento para ayudar a encajar y resolver determinadas circunstancias emocionales, explotando al máximo el potencial creativo de cada persona. Estela es miembro de la Asociación Aragonesa de Danzaterapia y de la Asociación De Danza Movimiento Terapia de España.
Sus talleres de danzaterapia abordan multitud de campos y estados: salud, desarrollo de bebés y niños, vínculo, convivencia, conciencia corporal, bienestar personal, conflictos en las relaciones, estrés, desarrollo de potenciales creativos… Como no tiene espacio propio utiliza espacios cedidos y sedes de otras asociaciones para impartir las clases. Otras veces los alquila, según el caso.
No se siente condicionada por el hecho de ser mujer y creadora en el medio rural. Dice que la clave reside en explotar las capacidades de cada una y en crear redes de conexión. Se siente apoyada por la gente del entorno aunque no así por las instituciones. Su principal dificultad es compaginar su trabajo de maestra con la danzaterapia. ¿Qué le hace falta? Un cauce legal para poder realizar la actividad y que no resulte incompatible con el funcionariado.