Divina Sabaté nació en Fraga, un pueblo de 15.000 habitantes de la comarca del Bajo Cinca. Se quedó a vivir allí por su familia, por el entorno y porque se siente integrada en la comunidad. Dice que Fraga tiene todo lo bueno de una zona rural y además muy buenas comunicaciones y eso le permite desplazarse sin muchas complicaciones. 

Divina es pintora, ceramista y diseñadora de jardines. Sus comienzos en el mundo del arte se remontan a la infancia cuando era aprendiz en el taller de su padre, el pintor y escultor Salvador Sabaté. Divina estudió Bellas Artes y Máster en Gestión Cultural y decidió continuar con la labor de Salvador creando la Casa Museo Sabaté en Fraga y volcándose en diferentes disciplinas: pintura, enseñanza, comisariado, diseño, etc. Imparte clases de pintura y realiza visitas concertadas al Jardín en Movimiento, ubicado en una finca cercana a la Casa Museo Sabaté. Un proyecto personal que busca integrar el arte en el jardín como nexo de unión y de interpretación del paisaje. De manera que, no solo la vegetación y la propia dinámica natural cobren importancia dentro del territorio, sino también el propio diseño artístico del proyecto.

Su técnica pictórica une el expresionismo abstracto con el realismo, y la temática de su obra gira entorno al estudio de la ontología, la antropología y la historia del arte. Tanto las exposiciones como la colección del Museo Sabaté representan el paso del tiempo a lo largo de la historia, la lucha por la supervivencia con la agricultura, las guerras, el amor y el saber. Como artista ha demostrado sus grandes capacidades expresivas siempre supeditadas a planteamientos conceptuales innovadores. Sus obras se han expuesto en galerías de Londres, Nueva York, País, Portugal, China, Italia, Dublín, Madrid y Barcelona. Destaca su proyecto expositivo en China en las Universidades de Quanzhou y Xiamen y en la Galería Abstract Gallery de Shangai, así como su participación en la Muestra de Arte Independiente Internacional del Salón de Bellas Artes del Louvre.

Como amante de las plantas y los espacios verdes siempre ha creído en la simbiosis entre arte y naturaleza, de ahí que hace unos años decidiera ampliar su preparación artística uniendo la parte técnica al diseño de jardines y al paisajismo.

Habla de la libertad y del amor hacía lo que hace como aspectos positivos de su profesión pero también de espinas y dolores de cabeza. No es un camino de rosas. La inexistencia de salarios fijos y la volatilidad de los apoyos institucionales son piedras habituales del camino.

Divina se siente condicionada como mujer y creadora del medio rural. Considera que a las mujeres no se nos tiene tan en cuenta y que solemos ocupar un segundo plano. El pueblo le aporta tranquilidad e inspiración, el trato es más cercano, y es más fácil darse a conocer pero el público es limitado y eso implica un constante movimiento.